
Nació
un 28 de agosto de un año lejano, me mataría si dijese el año, pues goza de la
feminidad y la coquetería de una niña de 15, pasional como solo las hembras de
mi familia pueden ser, es más que una persona, "un personaje" como dicen los que
la conocen, una mano siempre extendida para ayudar y la otra llena de consejos, que por una vida muy vivida, son sabios cada uno de ellos.
Nadie diría que tras sus ojos, hubo tanto visto, y sentido… Si le haces una pregunta, te contestará con una historia de un año pasado en el que quizás ni siquiera existías, te hablará de vidas lejanas, de momentos incomprensibles, te hablará del pasar del tiempo y de cómo los jóvenes caemos una y otra vez en los mismos errores, te explicará victorias y derrotas mientras su mirada se pierde por la ventana, tras que la que tu solo ves un edificio hasta que empieza su relato, entonces el cielo y el tendedero del vecino se difuminan y compartes con ella la visión de ese otro mundo en el que habitó hace ya algunas lluvias…
Guerrera y protectora cuida de sus 8 niños aunque el mayor de ellos pase de los 50.
Tiene la capacidad de elevarte a los cielos en halagos y cumplidos cuando tu ego esta por los suelos y pegar un puñetazo en la mesa y hacer que bajes de golpe cuando no estás haciendo lo correcto.
Adora la radio, todo el día está encendida en su casa, y discute de política mejor que cualquier locutor.
Y no hay ningún lugar en el mundo como su sofá verde botella, es el único lugar donde si te estiras puedes dormir tan a pierna suelta, que se te olvida el tiempo, y nadie arropa como ella, con el edredón de flores azules que una vez fue mío en un mundo a eones de este. Ya en la segunda fase de sueño aún puedes notar cómo te acaricia el pelo mientras duermes y con los ojos cerrados sabes que te mira con una ternura infinita, que te hace sentir orgullosa, pues la suerte de que te quiera tanto no la tiene todo el mundo.
Si vas a comer a su casa no cenaras seguro, pues siempre hay más de un primer plato y más de un segundo y cuando ya no puedes mas te pregunta… ¿Quieres que te haga 2 huevos fritos? Evidentemente la respuesta siempre un “no, gracias” pero proseguirá pasándote lista a todos los postres que tiene o puede prepararte en un santiamén, a lo que contestas “no, gracias” pero no importa porque sigilosa se irá a la cocina y oirás el chisporroteo de los huevos saltando en el aceite mientras te pela una naranja. Y ten narices de decir que no. Que te dirá que estas delgada y que no te alimentas, con una amenazadora mirada.
Me gusta mi abuela, me gustaría aunque no lo fuese, quizás porque en algunas cosas soy como ella y en otras desearía serlo. Y es que sus brazos eran mi refugio, más de lo que ella supo jamás, el único ser del que nunca he dudado, su casa el último reducto de mi infancia, donde podía recordar al tocar los viejos muebles, al andar por el pasillo cuando llegaba y al entrar en su cocina para explicarle algo que me preocupa o esperando su mirada de orgullo cuando traigo el éxito conmigo. A la que me apoyaba, me decia las verdades, y jamás mentía, ni a ella, ni a los demás. A ella que fué mujer, amiga, madre, abuela, a la que fue hija, nieta, hermana y esposa y tantas cosas más,... a ella a la que siempre estuvo ahí. A la que echo de menos cada día, pero cada día me acompaña. Para ella.
Nadie diría que tras sus ojos, hubo tanto visto, y sentido… Si le haces una pregunta, te contestará con una historia de un año pasado en el que quizás ni siquiera existías, te hablará de vidas lejanas, de momentos incomprensibles, te hablará del pasar del tiempo y de cómo los jóvenes caemos una y otra vez en los mismos errores, te explicará victorias y derrotas mientras su mirada se pierde por la ventana, tras que la que tu solo ves un edificio hasta que empieza su relato, entonces el cielo y el tendedero del vecino se difuminan y compartes con ella la visión de ese otro mundo en el que habitó hace ya algunas lluvias…
Guerrera y protectora cuida de sus 8 niños aunque el mayor de ellos pase de los 50.
Tiene la capacidad de elevarte a los cielos en halagos y cumplidos cuando tu ego esta por los suelos y pegar un puñetazo en la mesa y hacer que bajes de golpe cuando no estás haciendo lo correcto.
Adora la radio, todo el día está encendida en su casa, y discute de política mejor que cualquier locutor.
Y no hay ningún lugar en el mundo como su sofá verde botella, es el único lugar donde si te estiras puedes dormir tan a pierna suelta, que se te olvida el tiempo, y nadie arropa como ella, con el edredón de flores azules que una vez fue mío en un mundo a eones de este. Ya en la segunda fase de sueño aún puedes notar cómo te acaricia el pelo mientras duermes y con los ojos cerrados sabes que te mira con una ternura infinita, que te hace sentir orgullosa, pues la suerte de que te quiera tanto no la tiene todo el mundo.
Si vas a comer a su casa no cenaras seguro, pues siempre hay más de un primer plato y más de un segundo y cuando ya no puedes mas te pregunta… ¿Quieres que te haga 2 huevos fritos? Evidentemente la respuesta siempre un “no, gracias” pero proseguirá pasándote lista a todos los postres que tiene o puede prepararte en un santiamén, a lo que contestas “no, gracias” pero no importa porque sigilosa se irá a la cocina y oirás el chisporroteo de los huevos saltando en el aceite mientras te pela una naranja. Y ten narices de decir que no. Que te dirá que estas delgada y que no te alimentas, con una amenazadora mirada.
Me gusta mi abuela, me gustaría aunque no lo fuese, quizás porque en algunas cosas soy como ella y en otras desearía serlo. Y es que sus brazos eran mi refugio, más de lo que ella supo jamás, el único ser del que nunca he dudado, su casa el último reducto de mi infancia, donde podía recordar al tocar los viejos muebles, al andar por el pasillo cuando llegaba y al entrar en su cocina para explicarle algo que me preocupa o esperando su mirada de orgullo cuando traigo el éxito conmigo. A la que me apoyaba, me decia las verdades, y jamás mentía, ni a ella, ni a los demás. A ella que fué mujer, amiga, madre, abuela, a la que fue hija, nieta, hermana y esposa y tantas cosas más,... a ella a la que siempre estuvo ahí. A la que echo de menos cada día, pero cada día me acompaña. Para ella.
:) Encantadora, como siempre...
ResponderEliminar