martes, 17 de septiembre de 2013

SALIR CORRIENDO



Entre las lluvias de septiembre mezclo mis neuras con todas la ideas locas  post vacacionales parcialmente olvidadas, pienso en que todo puede ser mejorado, pienso en las tentaciones de huir que tengo a veces, en la negatividad que me rodea, en las inseguridades que todavía me provocan ciertas situaciones, en mis pataletas cuando algo no sale como yo quería, ...

Quizás es por el bajo nivel de dióxido de carbono que entra en mi cuerpo desde que deje de fumar  y  me permite regar mejor el cerebro pero... He estado pensado, en este septiembre de lluvias melancólicas que invita a paseos solitarios por caminos silenciosos que te gritan los secretos más profundos de las entrañas del bosque. 

-Quédate- Simplemente me regalaban esa palabra, "quédate" -quédate y transforma lo que no te gusta, crea tu propia realidad reciclando la vida que ya tienes y tanto te costó tener. 

-Quédate,este es tu sitio y tienes la oportunidad de convertirlo en "todavía mejor" ¿Para qué volver a empezar? ¿Para que si ya tengo lo que deseaba? solo es un diamante en bruto a pulir. Pulir es todo un reto.

Todos tenemos ganas de salir corriendo de vez en cuando, pero respiras hondo, llamas a quien te recuerda porque vale la pena estar aquí, piensas en todo lo bueno que hay. Y caes en la cuenta que es más fácil   modificar que volver a empezar. 

Como mi amigo filosofo favorito me dijo: lo importante no es el "qué" sino el "comó". Quizás es cierto no es lo qué vives, es cómo lo vives. 










TOCAR EL HORIZONTE





Lo que tiene tener amigos “giris  es  que hacen fotos de una ciudad que ya tienes muy vista y te dan un punto de vista distinto. Recuerdo una ocasión a una amiga polaca y adicta a su inseparable Réflex me enseño una de sus fotografías  desde una perspectiva que hacía tiempo tenia oculta en esa biblioteca polvorienta que archiva mis recuerdos y que a veces al ver, oler o tocar algo hace que uno de los archivos salga disparados de la estantería y abra sus hojas cuando aterriza con el suelo.

Algo tan tonto como…”El Palacio de Montjuic”. Recordé que cuando era pequeña y el mundo me parecía aún más grande de lo que me parece ahora me asomaba a la terraza de mi casa y lo veía entre los barrotes blancos, mentalmente me trasladaba ahí sin más intencionalidad que la curiosidad de algo que destacaba entre los edificios setenteros que le rodeaban, las viejas azoteas adornadas con antenas y algún que otro pajarraco que circulaba por ahí.
Subía y lo contemplaba en silencio para inventar historias sobre ese extraño lugar y su enorme cúpula o solo para soñar que algún día lo vería de cerca. Pero jamás me esforcé en ir. Quizás porque la fantasía( a veces) es mejor que la realidad.

Ya de mayor lo visite en infinidad de ocasiones sin caer en el hecho de que era mi rincón secreto. Desde la distancia de mi recuerdo era distinto. No era un simple palacio, era una incógnita que vivía en el horizonte de una curiosidad que prefería seguir existiendo.

Al ver la foto, sonreí y le explique todo esto a mi querida amiga, caí en la cuenta de que esa niña que miraba a través de los barrotes ya había podido tocar los muros de ese rincón tan lejano. Entendí que el horizonte lo puedes tocar, solo hace falta algo de tiempo.

Ahora puedo seguir pensando, soñando e incluso inventando historias sobre ese lugar, pero esta vez desde la cercanía de sus húmedos muros acurrucada en la piedra cercana que antaño nunca creí poder tocar.

¿Qué horizonte se acercará a mi mañana? En la incertidumbre esta mi sonrisa.