martes, 10 de septiembre de 2013

AMOR TÓXICO





Entré en el comedor abanicando ante mí la mano buscando al dragón en una enorme nube de humo. 
Le vislumbré al final del sillón con un enorme Habano, la imagen me pareció grotesca, el olor insoportable y decidí que esto no podía seguir así.

- ¡Vamos a dejar de fumar Dragón!- afirmé, ante su mirada triste y desconsolada.
- ¿Por qué? yo amo fumar...-contestó con un terrible miedo en la mirada. Pero estaba decidido, con un rotundo "Basta" decreté que íbamos a vivir sin humos.

Y hoy es ese día, hoy el Dragón y yo íbamos a despedirnos por fin del tabaco. En estas últimas horas apurando la niebla gris de mi cigarrillo lo miro con el recuerdo de ese constante en mi vida, visualizo mi primera calada en un bar cercano a la escuela sintiéndome mayor, pienso en ese cigarrillo compartido entre sabanas, lo que se goza tras un postre y un café, como te infunde valor ante la presencia de alguien que te impone y la desinhibición en los actos sociales...

Lleva ya tanto tiempo en mi vida que es aquel “amigo sibilino”, constante que me acompañaba cuando estaba nerviosa, que me calmaba la ansiedad, ese extraño pasajero en mi bolso que jamás olvidaba y que sin el parecía enloquecer.

Un amor tóxico que me ha enjaulado durante años, que me ha privado de olores y sabores, aquel que me empapaba la ropa de un olor agrio y ahumado, pero al que no podía abandonar, al que no podía dejar. Tarde  o temprano siempre volvía a guiñarme un ojo imaginario con esa tentadora boquilla deseando ser besada. 

 Tan inocuo con su apariencia de papel pálido, tan silencioso haciéndose desear, tan prometedor de que tras fumártelo todos mis problemas serán menos problemas y mis placeres mas placeres. 

Pero ahora ya no mi  querido y fiel pitillo, ahora ya no te quiero te giro la espalda sin culpabilidad y queriendo sentirme libre. 
Quiero volver a correr sin ahogarme, a disfrutar de mi paladar,  a besar sin reparos de alientos sucios, a olvidar los pinchazos en el pecho tras una noche de fiesta... 

Ahora sé que no me quieres, un amor verdadero desea que seas feliz sin ataduras pero tu solo sabes tenerme a golpe de cadena. Te invito a irte a otra parte, a vivir apagado  a que  vivas solo y a oscuras por siempre jamás en tu cajetilla sin convertirte en el humo de nadie,  sin ser más una tentación, sin ahogarme, sin hacerme vivir de rodillas a tus pies, sin matarme.

Sin más, ya no te quiero. 

El Dragón frunció el ceño, respiró hondo y apagó el Habano enérgicamente contra el cenicero y así pusimos un punto y final al más fiel de nuestros amores tóxicos. 




CARPE DIEM

Hay veces que hablo del concepto tiempo y lo importante que es, hoy lo reitero, últimamente veo a mi alrededor personas que en una distancia o otra de mi vida, con mas o menos años que yo se apagan poco a poco sin que nadie pueda remediarlo, simplemente se van o luchan por quedarse ante la mirada atónita de los que seguimos aquí como si mañana fuese a ser igual que hoy, sin darle importancia a que estamos bien, no sentimos que estamos bien, solo cuando nos duele algo recordamos lo maravilloso que es que no nos duela nada.

Pero ocurre que hay veces que la vida nos pone delante algo para que veamos que mañana podríamos no estar bien, y no se trata de ser un hipocondríaco , pero si el valorar que HOY estamos aquí, y que hay muchas cosas que hacer antes de irnos.

Una de mis técnicas ante la impotencia y la rabia de ver como una luz se apaga en un hospital es ver como se enciende otra, bajar a la planta de maternidad y ver todas esas cunas de luces recién llegadas y gritarles en silencio, CARPE DIEM queridos míos y mucha suerte, pues cuando algo se va algo llega. Y mientras les hablo con la mirada me lo digo a mi misma y pienso en todo lo que quiero hacer antes de que mi luz empiece a parpadear para trasformarse en energía invisible, en lo estupidos que podemos llegar a ser al perder de vista la mortalidad y creernos que mañana tendrá otras 24 horas, CARPE DIEM amigos míos, por mi parte trato de hacerlo aunque la rutina de los días tenga que existir , pues el valor de luchar cada día también nos enseña, siempre hay espacio para esas pequeñas o grandes cosas que deseamos , queremos o debemos hacer para llenar ese saco interior llamado CARPE DIEM.