- ¿Te gusta el jengibre?¡- Preguntó. Mientras ella se giraba con cierta indiferencia, pero con una sutil sonrisa , mientras sostenía la retorcida raíz en una mano y el afilado cuchillo en la otra, mirando la expresión de asco de él.
- ¿Y por que no te gusta a ti?- Le interrogó con una ceja levantada.
- ¡¡¡ Porque sabe a jabón¡¡¡ - contestó mantenido su posición de repugnancia en su rostro.
- lo que te ocurre es que no lo entiendes- negó la mujer con un movimiento suave de cuello.
- ¿Y que es lo que hay que entender? Dúchate con el, pero ¿comértelo?...
Ella cogió un pedazo y se lo introdujo sensualmente en la boca saboreando el manjar, sin cesar su mirada atrevida clavada en la pupila de el.
- la primera vez que probé el jengibre pensé lo mismo que tu, pero hay que educar el paladar, hay ciertas cosas que has de aprender, lo que al principio puede resultar desagradable, incluso asqueroso puede acabar siendo una de las mayores delicias que hayas podido tener.
La incomprensión a veces nos bloquea y nos impide ver mas allá de la primera impresión- prosiguió, mientras tenaz continuaba cortando pequeños pedazos de jengibre.
- Si no le diésemos una segunda oportunidad a las cosas quizás nos perderíamos jugosas verdades, sabrosas aventuras, exquisitas experiencias .
A la vez sostenía entre sus dedos otro trozo de raíz y se acercaba peligrosamente a el sin dejar de clavarle la mirada con cierto aire de misterio y un atrevido cinismo en las pupilas...
– Los mas deliciosos placeres de la vida hay que aprender a saborearlos, entendiéndolos , educándonos , y arriesgándose a volver a intentarlo. – dicho eso su mano ya estaba a la altura de su boca y sin dejar de mirarse el la abrió con cierto temor…
Tras masticarlo y saborearlo, miro al techo y concluyo – sigue sin gustarme el jengibre.
Ella solo sonrió -bueno a mí también tardaste en gustarme, -dijo mientras le daba la espalda y continuaba con su labor. – si te gustase el jengibre quizás serias demasiado perfecto.
(Fragmento de un libro que no existe... todavía ;))