Se acaba la
temporada, y como cada fin de temporada el trabajo aumenta por mil para dejarlo
todo atado y listo para el periodo de ausencia.
El ordenador saca
humo, mi inbox de mails explosiona en banderitas rojas de urgente, creo una
carpeta titulada " cagando leches"(gracias SDF por la idea;)
junto con otras dos compañeras compartiendo oficina, los auriculares nos
incomunican las unas de las otras, los teléfonos no cesan de sonar.... No
suelen ser buenas noticias.
Los nervios de
la cuenta atrás nos matan los segundos que perecen en las hojas inundando la
mesa y el cerebro se convierte en una centrifugadora.
Detestas no
tener 4 brazos mas y mientras atiendes una llamada que equivale a otro punto en
la insaciable libreta de los “check list” , oyes la campanita de la bandeja de
entrada con mails que en cuestión de segundos se multiplican , con la
misma facilidad que los Gremblins en un parque acuático.
Sientes un sudor
frio, ninguno de los mails es para desearte unas buenas vacaciones.
De pronto la que
tienes sentada al lado empieza a bailar en la silla al ritmo de lo que parece
el estribillo de algo de Love of Lesbian.
-Brote psicótico
en mesa 1- indico a la tercera compañera sin casi inmutarme, sin quitar la cara
del ordenador, con las manos en el teclado , y aguantando el teléfono con el
hombro y la barbilla .
-¿Cigarrillo, café,
o zarandeo?- responde la otra a la vez que marca un teléfono y escribe algo en
un post it.
-Démosle un
segundo a ver.
-Vale pero si
empieza a hacer pajaritas con las facturas, y se pone en posición fetal en una esquina,
habrá que usar la terapia de Shock.
- ¿Crees que será
suficiente con un par de leches?
-Si deja la mirada
perdida mas de 10 segundos… lo averiguaremos.
Pareció ser solo necesarias
unas cuantas respiraciones profundas y algunas palabras de ánimo…
Al cabo de un rato
tras la lectura de otro mail, emito un gruñido.
La otra mientras
se seca el sudor, en honor de una tabla de excel inacabable.....
Y así pasan las
horas, en un riguroso silencio, solo roto para animar o por el sonido de
nuestras cabezas golpeando la mesa.
No importa queda
poco... La única pregunta es, ¿sobreviviremos?
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