Hablemos de traumas, hablemos de un diván, de un dragón
tumbado en él y un psiquiatra psicoanalizándole.
-¿Recuerda la primera vez que
sintió miedo?
-¡Claro! fue una noche oscura, la recuerdo sin luna, una noche
fría, aún llevaba pañales y no tenia sueño. Mi niñera entró en la habitación, con los ojos
fuera de sus órbitas, quizás se debía a que no había conseguido dormirme en las
últimas 5 horas y se había perdido su programa favorito. Entonces fue cuando se
acercó a mi cuna y empezó a cantarme “Duérmete niño” – respondió el Dragón
entre sudor frío y temblores compulsivos.
-¿Una simple nana? ¿Eso le asustó?- preguntó el doctor
extrañado.
-Doctor, ¿Se ha parado alguna vez a escuchar la letra de “Duérmete
niño”? “Duérmete niño , duérmete ya, que vendrá el coco y te llevará” – respondió indignado el Dragón. -Me decía con la cara enrojecida, me
lo repetía con un extraño stress en su mirada, quizás porque esa noche estaba
mas nerviosa de lo normal , quizás porque no había querido comer , me había escondido
en el lavavajillas ,o porque tenía la manía de intentar meter los dedos en el
enchufe, … pero tampoco creo que fuese para decirme “o te duerme o un ser llamado Coco , que no
apunta buenas maneras, vendrá y te
secuestrará “ ¿a dónde? No lo sé y
tampoco quiero saberlo, pero después en
la segunda estrofa, se te desvela el
terrible final:“¡Duérmete niño, duérmete ya, que vendrá el coco y te comerá “ ¡Eso
no es una nana, es el grito de guerra, una amenaza en toda regla¡
Hubiese sido mas fácil
dormirme con algo de Guns and Roses. ¿Era
necesario una canción cuya letra parece
haber sido escrita por Tarantino y Tim Burton tras una noche de copas?
-Pero usted sabe que el coco en realidad no existe ¿verdad?
Y si no existe…. ¿porque sigue teniéndole miedo?- Preguntó rotundo el Médico.
Al salir de la sesión el Dragón deambuló por las calles, preguntándose
si realmente existiría el coco y se dio cuenta de que no, de que hacía mucho tiempo que ya no existían
ningún monstruo bajo su cama, que a veces le seguíamos teniendo miedo a cosas
que ya no eran, ni estaban.
¿Cuántas veces
seguimos teniéndole miedo a lo que ya no puede hacernos daño? – Se preguntó
el Dragón. – ¿Cuantas veces seguimos
anclados a cosas pasadas solo porque son más cómodas que dejarlas ir?- continuó
preguntándome cuando se subió al coche donde le esperaba yo.
-¿La sesión de hoy ha sido productiva?- Pregunté mirándole de reojo mientras arrancaba el motor.
-
Si – respondió con la mirada perdida.
-
¿Conclusiones?- insistí.
-
Que soy tonto y el coco no existe- afirmó el
Dragón.
-
Vaya ha sido un día de iluminación- respondí
contenta por mi amigo.
-
De todas formas
¿te importaría mucho mirar hoy bajo mi cama antes de que nos vayamos a
dormir? Solo por seguir con las viejas costumbres- dijo el Dragón tratando de
quitarle importancia.
-
¡Claro, Dragón! los miedos hay que vencerlos poco a poco. Pero si tomas la decisión de
vencerlos, tarde o temprano desaparecen. – Respondí guiñándole un ojo.
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