miércoles, 5 de marzo de 2025

Un vecino inesperado



Cuando llegas a una pequeña aldea en el centro de Asturias, imaginas vacas, verdes prados, gente yendo a sus huertos con madreñas, quizás algún paisano* paseando con el bastón de avellano, puedes imaginarte, ratones de campo en la despensa, boñigas de cabra en los caminos, en mi caso incluso un dragón bañándose en un lavadero mientras come crema de cacahuete.

Lo que jamás pude imaginar cuando me mudé fue que un chef francés jubilado viviese a 20 metros de mi casa.

Sí, en mi pueblo hay otro francés y otro chef, (Creo que Eloina empieza a considerarlo una invasión.)

Evidentemente nos hicimos amigos, mi gabacho tenia alguien con quien hablar en su idioma y además comer delicias dignas de una estrella Michelin, imagina lo contento que estaba el glotón del dragón.

Lucas y el bicho negro persiguen a sus gatos y juegan con su perra Mika y lo más maravilloso es que su mujer es una divertida argentina con la que aprendo siempre que hablo con ella, con ese acento sureño de Buenos aAires que suena como un tango y sabe a mate con aroma de naranja.

Así es mi aldea, con personajes dignos de una serie televisiva y por su puesto hoy no podía faltar mi chef y mi argentina favorita.

Intento aprender de todo el mundo y hoy “Le chef “ decidió darme una clase de cocina y enseñarme a preparar una mousse de limón, tanta información tantos boles con ingredientes cocciones milimétricas , mientras a cada instrucción el dragón decía:- ¡sí chef! - probando las masas y deseando que terminase para comerse alguno.

En ese instante me di cuenta de algo mientras removía el merengue. Se tiene que hacer despacio , con mimo y eso es algo muy difícil para alguien hiperactivo y disperso como yo, aun y así con acento medio francés medio argentino y con infinita paciencia Le chef me observaba y me indicaba como hacerlo, así es como se añade amor a las comidas y a todo en realidad, estando presente en lo que estás haciendo , tratando de no pensar en nada más que en ese suave merengue que no puede bajar y que has de batir sin parar y con suavidad. Disfrutando de cada giro, viendo como lentamente se transforma y se mezcla con una crema de limón, hasta casi entras en un estado meditativo en el que solo estaba la clara de huevo y yo, disfrutándonos de ese instante.

Así es como debería hacerlo todo, como ahora estoy escribiendo este blog, con mimo, fijándome en cada coma, en cada palabra, para que lo puedas saborear querido lector, igual que aquí a mi lado el dragón saborea una deliciosa mousse de limón bajo la atenta mirada del bicho negro.

Dedicarte a estar presente es tremendamente enriquecedor para lo que haces , para tu alma y para los que nos rodean. Una de las lecciones que más me cuesta pero que hoy me ha recordado mi maestro pastelero. Gracias chef y gracias a ti querido lector por estar presente mientras lees estas líneas, saboreándolas sin pensar en nada más.

 

Bon apetit.


*Paisano: hombre mayor en asturiano.