Había una
vez una jirafa como las demás, ocre con manchas marrones ,dos antenas y dos
orejas; pero esta no sonreía como las demás de la manada, mas bien al contrario
su cuello era tan corto que cuando intentaba llegar a las ramas más altas
jamás lo conseguía.
La jirafa paseaba
un día cabizbaja cuando divisó un campo de manzanos a esos árboles sí que
llegaba y sus frutos eran brillantes y maduros, “que hermosa visión” pensó la
jirafa mientras galopaba hacia el bosque frutal. Tal y como llego no pudo mas
que abalanzarse sobre la primera manzana que vio y cuál fue su sorpresa cuando
un anciano apareció de la nada diciéndoles: Detente.
La jirafa se
asusto al oírle y reculo unos pasos tropezando con las piedras del camino.
- Lo siento
no sabía que había alguien, es que son los únicos árboles de mi estatura. A los
otros no llego como las demás jirafas.
El anciano
la miró y le contestó. -¿Tú no eres una jirafa?
-sí, pero mi
cuello es mas corto- contestó ella incrédula- ¿a caso no lo ves?
-Yo solo veo
un animal creado para comer de las ramas mas altas, y no de los
manzanos.-prosiguió el viejo. -¿Has intentado comer las ramas más altas?-
-¡¡ues claro
que lo he intentado¡¡.- contestó indignada.
-¿Cuándo fue
la última vez que te lo propusiste? – interrogó
La jirafa se
quedó pensando, y cayó en la cuenta que hacía mucho que se alimentaba de secos
matorrales y yerbajos del suelo…. –No lo recuerdo, pero no importa, sé que no
llegaría, si antes no llegué ¿Qué hay de distinto ahora?
- el ahora,
el ahora es cada segundo de tu vida el ahora se transforma en “antes”
rápidamente y se pierde en el olvido raudo, pues hay muchos “ahoras” que
atender, ¿Qué tal si lo volvieras a intentar “ahora”?
- No puedo-
dijo vencida la jirafa.
- ¿No puedes
hacerlo?¿O no puedes intentarlo?- insistió
- ¿Y si
fracaso?- tembló la voz del animal mientras miraba al suelo con los ojos
abiertos por el pánico.
- ¿Qué es el
fracaso?-No conseguirlo? O no intentarlo?
La jirafa
miró al anciano y tras de el un hermoso árbol cuyas hojas brillaban con las
primeras briznas de sol. Con las patas vibrando se acercó al árbol y levantó la
cabeza hacia las ramas mas altas.
-¿Las
deseas? – preguntó el anciano.
La jirafa
afirmó con la cabeza y se dejó hipnotizar por el murmullo del viento entre las
frutas que emanaban de entre las hojas, las deseaba tanto, hacía tanto tiempo
que no las deseaba, que ya ni las miraba porque sabía que no podía tenerlas, se
la había olvidado lo preciosas que eran, recordó entonces su niñez en la que
ninguno de sus hermanos llegaba tan alto, recordó que los demás siguieron
intentándolo y que ella opto por el camino fácil y comenzó a comer arbustos
pensando que era mas lista que los demás. Y mientras todo eso le pasaba por la
mente se dio cuenta que el paisaje que divisaba ahora era distinto, igual que
antes solo que veía mas lejos pues su cuello se estaba alargando o mas bien
irguiendo por primera vez desde hacía años, desde ahí podía oler las frutas, y
la frescura de las hojas envueltas en el rocío matutino. Comenzó a notar el
cosquilleo de las ramas, su cabeza envuelta de verdes, y malvas se sintió
libre, libre de ella misma, libre de su condena, la que ella misma se había
impuesto.
Al mirar
hacia abajo vio al anciano sonriendo. – Si quieres de postre te invito a
manzanas, es mejor elegir que resignarse ¿no crees?- le dijo mientras le tiraba
una manzana a la boca.
-Gracias por
ayudarme- le gritó la jirafa mientras el anciano se iba.
-Yo no te he
ayudado, yo solo te he preguntado un montón de cosas , eres tu el que me has
contestado y por lo tanto el que te ha ayudado.
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