lunes, 30 de septiembre de 2013

La jirafa de cuello corto





Había una vez una jirafa como las demás, ocre con manchas marrones ,dos antenas y dos orejas; pero esta no sonreía como las demás de la manada, mas bien al contrario su cuello era tan corto que cuando  intentaba llegar a las ramas más altas jamás lo conseguía.

La jirafa paseaba un día cabizbaja cuando divisó un campo de manzanos a esos árboles sí que llegaba y sus frutos eran brillantes y maduros, “que hermosa visión” pensó la jirafa mientras galopaba hacia el bosque frutal. Tal y como llego no pudo mas que abalanzarse sobre la primera manzana que vio y cuál fue su sorpresa cuando un anciano apareció de la nada diciéndoles: Detente.

La jirafa se asusto al oírle y reculo unos pasos tropezando con las piedras del camino.

- Lo siento no sabía que había alguien, es que son los únicos árboles de mi estatura. A los otros no llego como las demás jirafas.

El anciano la miró y le contestó. -¿Tú no eres una jirafa?
-sí, pero mi cuello es mas corto- contestó ella incrédula- ¿a caso no lo ves?
-Yo solo veo un animal creado para comer de las ramas mas altas, y no de los manzanos.-prosiguió el viejo. -¿Has intentado comer las ramas más altas?-

-¡¡ues claro que lo he intentado¡¡.- contestó indignada.
-¿Cuándo fue la última vez que te lo propusiste? – interrogó
La jirafa se quedó pensando, y cayó en la cuenta que hacía mucho que se alimentaba de secos matorrales y yerbajos del suelo…. –No lo recuerdo, pero no importa, sé que no llegaría, si antes no llegué ¿Qué hay de distinto ahora?

- el ahora, el ahora es cada segundo de tu vida el ahora se transforma en “antes” rápidamente y se pierde en el olvido raudo, pues hay muchos “ahoras” que atender, ¿Qué tal si lo volvieras a intentar “ahora”?

- No puedo- dijo vencida la jirafa.

- ¿No puedes hacerlo?¿O no puedes intentarlo?- insistió

- ¿Y si fracaso?- tembló la voz del animal mientras miraba al suelo con los ojos abiertos por el pánico.

- ¿Qué es el fracaso?-No conseguirlo? O no intentarlo?

La jirafa miró al anciano y tras de el un hermoso árbol cuyas hojas brillaban con las primeras briznas de sol. Con las patas vibrando se acercó al árbol y levantó la cabeza hacia las ramas mas altas.

-¿Las deseas? – preguntó el anciano.

La jirafa afirmó con la cabeza y se dejó hipnotizar por el murmullo del viento entre las frutas que emanaban de entre las hojas, las deseaba tanto, hacía tanto tiempo que no las deseaba, que ya ni las miraba porque sabía que no podía tenerlas, se la había olvidado lo preciosas que eran, recordó entonces su niñez en la que ninguno de sus hermanos llegaba tan alto, recordó que los demás siguieron intentándolo y que ella opto por el camino fácil y comenzó a comer arbustos pensando que era mas lista que los demás. Y mientras todo eso le pasaba por la mente se dio cuenta que el paisaje que divisaba ahora era distinto, igual que antes solo que veía mas lejos pues su cuello se estaba alargando o mas bien irguiendo por primera vez desde hacía años, desde ahí podía oler las frutas, y la frescura de las hojas envueltas en el rocío matutino. Comenzó a notar el cosquilleo de las ramas, su cabeza envuelta de verdes, y malvas se sintió libre, libre de ella misma, libre de su condena, la que ella misma se había impuesto.

Al mirar hacia abajo vio al anciano sonriendo. – Si quieres de postre te invito a manzanas, es mejor elegir que resignarse ¿no crees?- le dijo mientras le tiraba una manzana a la boca.

-Gracias por ayudarme- le gritó la jirafa mientras el anciano se iba.

-Yo no te he ayudado, yo solo te he preguntado un montón de cosas , eres tu el que me has contestado y por lo tanto el que te ha ayudado.


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