miércoles, 27 de noviembre de 2024

LAS PRUEBAS DE LA MONTAÑA

 





-¿¿Dónde carámbanos está el tarro de NUTELLA¡¡¡?? - gritó el reptil rosa desde lo alto del armario de la cocina.

- Se ha acabado Dragón, además contiene demasiados conservantes creo que has de dejarlo.

-¿¿¡¡Cómo¡¡¡??- sus escamas parecían tensarse y de su pequeño hocico salía unos pequeños rastros de humo.

 - Pero tranquilo he traído otra cosa para que la pruebes, se llama crema de  maní está hecha con cacahuete.

-Te puedes meter tu maní por los orificios que más te guste pero yo quiero mi Nutella.

-¡Dragón esa boca!

-Esa boca estaría ocupada si tuviese dentro el chocolate de mi tarro de ¡¡NUTELLA!!

-No vas a comer Nutella.

-No voy a comerme el maní.

-Pues ye lo que hay Dragón. No voy a comprar más Nutella y que yo sepa tu no vas al súper así que ya sabes o maní o nada.

Solo se oyó un resoplido que olía a humo y un portazo indignado mientras el dragón se iba al lavadero a por su baño matinal esta vez en ayunas.

Pero yo conozco a mi amigo, y como todos tiene sus tiempos así que con paciencia decidí ir a dar un paseo con Lucas y el bicho negro a un camino que siempre se me resistía, y es que tenía una curva muy empinada que daba a otra todavía más empinada, esta vez tras varios intentos había decidido que iba a conseguir llegar hasta el siguiente tramo costase lo que costase, ya que siempre que me paraba imaginaba otra enorme subida sin fin. Esta vez averiguaría cuanto más debía trepar para poder llegar a…. en realidad ni sabía dónde, ni me importaba solo quería descubrir que había alrededor de mi preciosa aldea.

El día acompañaba, la temperatura era perfecta y el sol lo acariciaba todo con mimo, pero ahí empezaba la subida, mis piernas se esforzaban a cada paso , en algún momento paraba para reponer fuerzas porque en mi mente estaba que tras la tremenda curva empezaría otra peor y tenía que guardar fuerzas. Y así seguí hasta llegar a lo más alto que ya conocía y con curiosidad y temor me encaminé hacia lo desconocido.

Que sorpresa me llevé cuando al girar el siguiente repecho el camino se allanaba y no solo eso sino que unos prados y bosques lo convertían en un lugar digno de Tolkien. En silencio y con la única compañía de mis peludos transité el camino sintiendo el crujir de las hojas de otoño bajo mis pies, escuchando el canto de las ramas movidas por una suave brisa y mi mirada perdida a un infinito invariablemente bello, si en ese momento hubiese muerto creo que no me hubiese dado cuenta ya que ese lugar no debe ser muy distinto al mismísimo paraíso.

Lucas y Ami corrían sin necesidad de correas, las montañas en el horizonte tocaban las nubes , y los castaños  maduros regaban el suelo de frutos infinitos.

Entonces me di cuenta ¿Cuantas veces nos rendimos justo antes de que empiece lo bueno? Por no probar, por no intentarlo.

Igual que la montaña ese día mi probó a mí ¿Cuantas veces nos prueba la vida?

Siempre que he vencido un miedo he sido altamente recompensada, mas allá de lo que pretendía conseguir , y aun y así necesité que esa montaña me lo recordase, que para tener una recompensa has de ser digno.

Cuando llegué a casa me encontré al dragón en el sofá viendo como el gabacho mataba unos zombis  con su playstation, mientras, como no, estaba ya por medio tarro de crema de maní.

-Oye que esta cosa esta tremenda.

-Ya te lo he dicho  que te conozco y sabía que te iba a encantar pero has de probar las cosas para saberlo.

Y así en un día de pruebas y recordatorios seguí escribiendo mis poemas para un libro que es tenía miedo de acabar. Preguntándome que  pasaría cuando lo publicase.

Pero ya no con miedo, sino con ilusión.

 

Querido lector atrévete a subir montañas, a comer maní o a cualquier cosas que te ronde por la cabeza pues te garantizo que la vida te prueba y después te recompensa.

Feliz semana.