Mirando el mar desde la escalera quince de la playa de San
Lorenzo disfrutaba de esa ciudad nueva junto a mi Dragón respirando el salitre
invisible que nos inundaba gratamente los pulmones.
- ¿Cómo algo tan invisible puede ser tan gratificante?- Decía
el dragón con su voz chillona.
- ¿Verdad que si Dragón? Y no pasa sólo con la brisa también
pasa con las personas.
- ¿Las personas también te huelen a mar?
-No Dragón, lo que pasa es que lo que llamamos “Las personas”
también tiene algo de invisible, imperceptible a los ojos.
-Bueno... no todos- dijo el dragón viendo pasar un hombre que
media casi dos metros por otros dos de ancho.
- Me refiero a que lo que ves al conocer a alguien
normalmente no tiene nada que ver con lo que es en realidad, como el salitre,
lo mas gratificante normalmente es invisible. Y al averiguar lo que es en
realidad sueles llevarte una sorpresa.
- - ¡Ah¡ Que malos son los prejuicios- dijo moviendo
su cabeza de lado a lado con desaprobación.
.
-
Eso es Dragón, mira yo cuando llegué a Gijón
empecé a ver a diario a las “personas" que vivían o trabajaban a mi alrededor:
al quiosquero donde compraba las revistas, a la mamá con cochecito que pasaba con sus niños, a la clienta que simplemente era una teleoperadora agradable… veía
a sus “personas”. Las veía como vidas rutinarias y tranquilas, sin apasionarme
por ver más sin sentir mucha curiosidad porque era “evidente” lo que eran.
Pero ¿sabes qué? Al conocerlos un poco más algo hizo saltar una alarma que tengo dentro de la
cabeza (una alarma que tiene forma de maruja con rulos que vive en algún lugar
entre el hemisferio derecho de mi cerebro y el lóbulo frontal y que se pasa la
vida cotilleando por mi retina) e irremediablemente me hacía querer saber más.
¿El resultado? El quiosquero cincuentón era
un maravilloso aliado para conversaciones de literatura y como yo un escritor anónimo además de tener un sentido
del humor muy inteligente que convierte nuestras conversaciones en partidas de pin-pon dialécticas, el muy canalla ha conseguido que la visita a su tienda sea obligatoria
a diario para intercambio de opiniones y bromas. ¿ La mamá del conchecito? Una artista
y una emprendedora que se dedica a la joyería y hace cosas increíblemente originales
y bellas, con ella compartir un corto de cerveza antes de abrir yo el restaurante y de que ella tenga que cambiar pañales se está convirtiendo en un delicioso
ritual ¿Y la teleoperadora? una fotografa fabulosa que también sabe ver lo
invisible pero es que en su caso es capaz de dejarlo eternamente plasmado en
una imagen y para colmo tiene un novio que disfrazado de cajero de supermercado que tiene una biblioteca con 3000 vinilos y una cultura musical que no das crédito.
- -Así que al final ¿Todos somos invisibles como la brisa
del mar?
- - Bueno sí, aunque también los hay que huelen mal, pero a esos
sueles detectarlos más rápido.La mayoría tiene una luz que no puedes ver hasta que tu maruja interior te avisa.
-
Bueno como tú, nadie a simple vista diría que no
eres más que una camarera y mira :escribes, dibujas, compones canciones y los más importante... tienes un precioso dragón rosa que solo puedes ver si entornas
mucho los ojos y tienes algo de imaginación.
De nuevo inspiramos y vimos pasar
a una mujer con un vestido de flores de muchos colores, coronaba su cabeza con
un estridente gorro con mucho tul y sostenía la correa de un gran danés al que también
le había puesto un collar enorme de flores.
-
¿Incluso a ella la consideras invisibles
wisheast?
- - ¡WOW! esa es increíblemente invisible….
Decicado al Maltido corrector, la soñadora en verde satén, a la cazadora de cosas invisibles y al coleccionista de sinfonias.
Gracias por vuestra bienvenida.
A un tal Manderley le encanta este texto.
ResponderEliminarSolo se puede ver con el corazón la realidad es invisible a los ojos
ResponderEliminarTodavia me haces llorar!!! ya desde el momento en que pintasteis la fachada de azul turquesa me gustasteis. Disteis soplo de aire nuevo al barrio, algo diferente. Espero que os quedeis por muchos años en este barrio, en el cual hay gente invisible muy grande con mucho corazón. Yo no podría tener mejores vecinos. Todavia os quedan muchos por conocer. En verde saten.
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