Hace unos dias fui al cine con un amigo y al hacer cola para pedir un refresco me pregunta ¿quieres palomitas?
-Palomitas? No gracias , no me gustan.
Su cara no fue de sorpresa fue peor, de pronto me sentí como una paria de esta sociedad por no engullir las palomitas.
-No
te gustan las palomitas?- me entraron ganas de disculparme por tal
atrevimiento mientras en mi cabeza trataba de buscarle algo positivo a
las palomitas.
El silencio de esos segundo se me hizo
eterno las mire , tras el cristal del palomitero, ya sabes esa caja de
cristal con un cazo metálico en el centro por donde llueven ligeras,
exuberantes y joviales, son tan tentadoras, ahí si que las veo divinas,
me encanta ver esas enormes piscinas de palomitas que hay en los
mostradores, me entran ganas de meterme dentro, de hecho el encargado de
la zona de palomitas de un cine siempre me ha proporcionado cierta
envidia al poder coger esa enorme pala y meterla dentro de la caja de
cartón, me gusta el tacto de una palomita, me gusta mirarlas en
conjunto, me gusta su simplicidad …. Pero no me gustan las palomitas.
Mi
argumentación totalmente valida fue que no tengo ni idea de a que
sabe una puñetera palomita, le explique que para mi sabe exactamente
igual que el corcho, y que tienen trampa, tu las ves ahí blancas
crujientes pero en su interior aun residen los trozos de lo que en algún
momento fue maíz , esas armas letales que traen consigo , que parecen
plásticos marrones afilados y curvos que se te meten irremediablemente
en las encías, paladar y lo peor… cuando tragas uno y se te queda
pegado como una puta ventosa en la garganta. Pero eso si, tiene sabor,
saben a sal, exclusivamente a sal, ¿y si lames un salero que tal?
Tras
mi argumentación, mi querido amigo, seguía mirándome cada vez mas
sorprendido, sin entender como era posible que a alguien no le pareciese
imprescindible comer palomitas si vas al cine. Pero así fue. Solo me
pedí un agua.
De todas formas al entrar en el cine me
pase toda la película cogiendo palomitas de su caja, mientras el me
miraba y se reía, lo que creo que no entendía es que lo divertido que
tienen las palomitas es robarlas, porque como en el cine no se puede
hablar de alguna maneras has de recordar tu presencia a tu acompañante, y
yo con tal de molestar soy capaz hasta de comer palomitas.
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