viernes, 12 de abril de 2013

PALOMITAS


Hace unos dias fui al cine con un amigo y al hacer cola para pedir un refresco me pregunta ¿quieres palomitas?

-Palomitas? No gracias , no me gustan.

Su cara no fue de sorpresa fue peor, de pronto me sentí como una paria de esta sociedad por no engullir las palomitas.

-No te gustan las palomitas?-  me entraron ganas de disculparme por tal atrevimiento mientras en mi cabeza trataba de buscarle algo positivo a las palomitas.

El silencio de esos segundo se me hizo eterno las mire , tras el cristal del palomitero, ya sabes esa caja de cristal con un cazo metálico en el centro por donde llueven ligeras, exuberantes y joviales, son tan tentadoras, ahí si que las veo divinas, me encanta ver esas enormes piscinas de palomitas que hay en los mostradores, me entran ganas de meterme dentro, de hecho el encargado de la zona de palomitas de un cine siempre me ha proporcionado cierta envidia al poder coger esa enorme pala y meterla dentro de la caja de cartón, me gusta el tacto de una palomita, me gusta mirarlas en conjunto, me gusta su simplicidad …. Pero no me gustan las palomitas.

Mi argumentación totalmente valida fue que no tengo ni idea de a que sabe una puñetera palomita, le explique que para mi sabe exactamente igual que el corcho, y que  tienen trampa, tu las ves ahí blancas crujientes pero en su interior aun residen los trozos de lo que en algún momento fue maíz , esas armas letales que traen consigo , que parecen plásticos marrones afilados y curvos que se te meten irremediablemente en las encías, paladar y lo peor… cuando  tragas uno y se te queda pegado como una puta ventosa en la garganta. Pero eso si, tiene sabor, saben a sal, exclusivamente a sal, ¿y si lames un salero que tal?

Tras mi argumentación, mi querido amigo, seguía mirándome cada vez mas sorprendido, sin entender como era posible que a alguien no le pareciese imprescindible comer palomitas si vas al cine. Pero así fue. Solo me pedí un agua.

De todas formas al entrar en el cine me pase toda la película cogiendo palomitas de su caja, mientras el me miraba y se reía, lo que creo que no entendía es que lo divertido que tienen las palomitas es robarlas, porque como en el cine no se puede hablar de alguna maneras has de recordar tu presencia a tu acompañante, y yo con tal de molestar soy capaz hasta de comer palomitas.

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