martes, 19 de febrero de 2013

UN AMOR DE VERANO





Mi querido mar, te echo de menos , viéndote en invierno, solo puedo observarte , mi mirada te torna como una gigantesca escama, brillante y fina, cálida en el recuerdo de nuestros días de verano.
Cuanto te amo con cada caricia que me brindas. Me despojas de toda prudencia, y pudor, invitándome a desnudarme en el susurro de las olas, seduciéndome , tentándome, y en tu cálido manto acepto tus abrazos .
Sumerjo mi cuerpo sin límites cediéndome a ti por completo, el silencio de tu “todo” en mis oídos al ahogarme ,dulcemente en el húmedo abismo de tu grandeza, encuentro ese mundo invisible de aletas de colores,  erizos durmiendo entre rocas , y arbustos marinos bailando al son de la sonata sigilosa de tu esencia.
 Agradecida por esos paseos mi querido mar, por inundar mis venas con tu salitre, hasta volver mi alma tan azul y salada como la tuya,  te regalo mis nados,  jugando con tu piel húmeda , permitiéndome ser parte de ti, por hacer que cada pensamiento mío, se convierta en una furiosa ola o en una mínima onda que brilla al sol en la superficie marina sin juzgarme,  por hacer que mis huesos pasen a ser  tan ligeros como  tu espuma, y llevarte con cada ola mis miserias  y tristezas.
Incluso al irme , tu manos largas encadenan mis tobillos en la orilla, rogándome que vuelva a ti, como un amante canalla que no desea que salga de su cama.
 Pero sabes que he de irme, también sabes que volveré, y así paciente me esperas, quizás ligeramente molesto golpeas tu contrariedad contra las rocas acostumbradas a tus iras.
 A ti amado mar, que me miras seductor mientras  de lejos te añoro, deseándote cada día desde la distancia. Amándome como tú solo sabes amar. Inundándome, desbordándome , despojándome de todo lo que no es necesario.














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